Finalmente cumplía mis deseos de conocer
Arequipa, la cuidad blanca del Perú.
Mi acompañante y una mochila eran todo lo
que necesitaba para emprender esta aventura.
La idea era viajar ligeras para poder aventurarnos a más, sin embargo la
vida me volvió a enseñar que no todo sale exactamente como lo planeas; casi
todo un día perdido tratando de cruzar la frontera en el Desaguadero; cuando
finalmente lo logramos, corrimos a uno de los mini-buses que salían a Puno pues
no había más opción.
Tras tres días de recorrer la linda ciudad
de Arequipa, dejamos pendiente la visita cañón del Colca, pues no disponía de
suficiente presupuesto, pero estoy segura que habrá otra oportunidad.
La idea de ir a Tacna era encontrarnos con
la familia para retornar vía Arica, cuando llegamos a Tacna, nos vimos nuevamente
en la misma situación, no teníamos hospedaje, esta vez fue más sencillo porque
era más temprano, tomamos un taxi a la plaza de armas y nos quedamos en el
primer hostal que vimos con disponibilidad. En Tacna no hay mucho por hacer
ciertamente; nos fuimos por unos helados, y más tarde por una pizza.
Una noche de fiesta!, bueno… no era
exactamente lo que habíamos planeado… fuimos a un bar, compramos un par de
tragos pero la noche no comenzaba realmente. Las calles vacías, las discotecas
y los bares vacíos, tan solo pasamos un momento y volvimos al hostal, con un
par de cervezas en la cartera… a la mañana siguiente, con un poco de resaca,
nos alistamos para ir de compras, pasamos todo el día en los paseos de tiendas
y una vez que nos encontramos con mi hermano, su esposa y mi mamá, tomamos un
rapidito hacia Chile.
El último día en Chile pasó sumamente
rápido; un atardecer en la playa, un poco de compras al día siguiente, unas
horas en la playa y el esperado retorno a casa…