Como en sueños, me encontraba en
uno de los lugares que más había esperado en este viaje. Después de 8 horas en
un bus, de París a Ámsterdam, casi trece días viviendo aventuras difíciles de
creer, con todo marchando perfectamente, era el momento de conocer otra de las
ciudades de mis sueños. Finalmente comenzaba a sentir la primavera, así que
caminamos Ámsterdam de izquierda a derecha.
Nunca había estado tan
sorprendida como cuando al visitar la calle de las luces rojas vi, tan explícitamente,
los “sex shop”, las vitrinas con mujeres tan bonitas y lo normal que es entrar
en un “coffee shop” y salir drogado. En todo el buen sentido de la palabra,
estaba realmente sorprendida.
Me encantó!, simplemente amé Ámsterdam,
comer un pastelito con mariguana por primera vez y esperar ansiosa los
resultados, llegar a casa y fumar más porque el pastelito no surtió efecto, comer
rúcula mañana, tarde y noche (aunque realmente no sé por qué les gusta), fumar
más mariguana y disfrutar de la buena música trance de nuestro host, comer
pescado crudo en un pan, comer unos de los más gigantes crepes con nutella de
la historia e infinitamente todo ocurrió mil veces mejor de lo que esperaba.
Los días pasan volando cuando la
pasas increíble, nuevamente era tiempo de partir, tomar un tranvía para
conectar con un bus que nos llevaría al aeropuerto para ir a nuestro siguiente
destino, Finlandia.
En el aeropuerto de Copenhague, antes de que nos cancelen el vuelo |
Da la casualidad, que cuando
tienes poco tiempo, suceden aún más cosas inesperadas. Teníamos planeado tomar
un vuelo con conexión, la primera parada era Dinamarca. Todo iba perfecto hasta
que… que!!?
Los pilotos entran en huelga y cancelan todos los vuelos de la aerolínea.
Nos tocó pasar una noche y casi un día entero en el aeropuerto de Copenhague.
Pero como casi todo contra tiene su pro, conocimos a una de las personas más
amables que podríamos imaginar cuando se trata de malas situaciones en lugares
que no conoces. Un norteamericano que vive en París y Helsinki, que además de compartir
su merienda con nosotras, nos ayudó a conseguir asientos en un vuelo en el que
él había conseguido para él mismo.
Nos pasamos toda la noche conversando
acerca de todo y de nada, creo que básicamente yo le contaba acerca de Bolivia
y su ciudad maravillosa. Al día siguiente nos ayudó, inclusive, a hacer el
reclamo de las maletas, hasta que llegó la hora en que tenía que irse pero no sin
antes asegurarse que nos habíamos encontrado con mi prima en el aeropuerto de
Helsinki.
Hay gente tan dulce en los caminos!