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Hola :) soy Yoshi, boliviana, viajera y de vez en cuando bloguera.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Relatos de mi viaje, el inicio


Nunca me había considerado una persona demasiado aventurera, sin embargo todo puede cambiar gracias a una persona, una persona que te ayuda a abrir los ojos y es capaz de mostrarte qué hay más allá de tus fronteras. Una vez que descubres que el mundo no es sólo en lugar en el que vives, te dedicas a soñar. Al principio temes soñar en grande, pero involuntariamente, cada día, el sueño va a creciendo y de repente no es más un sueño sino una meta que debes cumplir.
The time to think of a big trip has come
Comienzas a recibir señales que indican que, el tiempo de cumplir esos sueños, ha llegado y que simplemente si dejas pasar el momento, puede que nunca los llegues a realizar.



El límite lo pongo yo, me atrevo a soñar en grande pero lo más importante, estoy decidida a dar el primer paso para hacer mis sueños realidad. Afortunadamente a veces te encuentras con personas que quieren compartir el sueño contigo y no te dejan cumplirlo solo.
Ponle un nombre a tu sueño, una frase que te inspire a cumplir cada punto de tu lista de deseos “Última parada, Turquía”.
He decidido emprender un viaje, con la esperanza únicamente de encontrarme a mí misma y descubrir a dónde pertenezco, decidí abrirme a todo lo que viniese durante el viaje y responder positivamente a todos las vicisitudes planeadas o no, que iban a suceder. Últimamente me había sentido perdida en mi propio mundo que llegué a desconocer, los días no me motivaban a nada, hasta que decidí, finalmente, viajar con mi mochila. Tuve suerte de siempre contar con el apoyo de la persona más importante en mi vida, mi mamá.
La primera crisis del que nunca ha viajado por tanto tiempo es “¿Qué hago primero?” lógicamente, comprar el pasaje y sólo por si acaso, que sea sin retorno.
Esperaba ansiosa el día 20 del mes 5, el día en que me atreví a abrir mis alas y volar. Con mariposas en la panza y las manos medio húmedas, dije chau Bolivia, me voy.

"El Alto" airport
Las primeras 16 horas de viaje para cambiar de continente, habían sido una pesadilla, migración en Bolivia, que por ser boliviana queriendo entrar en el viejo continente, te revisan absolutamente todo, una vez en el avión niños llorando desconsoladamente, asientos incómodos y una aeronave que parece que va a caer en pedazos en cualquier momento. En fin, después de casi 16 largas horas de viaje, me encontré a mí misma haciendo sellar mi pasaporte en el control español.

Madrid
Estamos en Madrid! Es de madrugada y aunque no morimos de hambre, queremos lo más típico que se me ocurre para una mañana fría de primavera madrileña, churros con chocolate. Después de semejante desayuno, toca visitar un poco de la cuidad, tomar unas cuantas fotos y presumir al mundo que de lo único que tengo que preocuparme es de encontrar un lugar para dormir esta noche.

Era obvio que sin haber dormido en el avión, me iba a sentir cansada y después de un largo día de paseo por Madrid y sin un lugar para dormir, hasta la plaza del sol se veía demasiado cómoda para tomar una siesta sobre mi mochila.
El segundo paso es cambiar de ciudad dentro del mismo país, nos vamos a Barcelona!
La primavera no era exactamente lo que esperaba, obviamente el promedio perfecto de temperatura ocurría durante el día y no durante la primavera como pensé al principio así que a las 4am en Barcelona, nos congelábamos mientras buscábamos WIFI.

Almost sunrise (with hope)
En algún momento el sol tenía que salir y no podíamos quedarnos en la terminal para siempre. Nos encontramos con Dani, un chico super buena onda que nos llevó a pasear desde las 5am hasta que teníamos que encontrar a nuestro host.
Me enamoré de Barcelona y simplemente no puedo explicar por qué. El viaje iba a la perfección, todo había salido de acuerdo al plan con la única excepción de que moría de sueño, pero la emoción no me dejaba dormir.


Después de unos días geniales en Barcelona, la siguiente parada era Roma.