Nunca me había considerado una
persona demasiado aventurera, sin embargo todo puede cambiar gracias a una
persona, una persona que te ayuda a abrir los ojos y es capaz de mostrarte qué
hay más allá de tus fronteras. Una vez que descubres que el mundo no es sólo en
lugar en el que vives, te dedicas a soñar. Al principio temes soñar en grande,
pero involuntariamente, cada día, el sueño va a creciendo y de repente no es
más un sueño sino una meta que debes cumplir.
The time to think of a big trip has come |
Comienzas a recibir señales que
indican que, el tiempo de cumplir esos sueños, ha llegado y que simplemente si
dejas pasar el momento, puede que nunca los llegues a realizar.
El límite lo pongo yo, me atrevo
a soñar en grande pero lo más importante, estoy decidida a dar el primer paso
para hacer mis sueños realidad. Afortunadamente a veces te encuentras con
personas que quieren compartir el sueño contigo y no te dejan cumplirlo solo.
Ponle un nombre a tu sueño, una
frase que te inspire a cumplir cada punto de tu lista de deseos “Última parada,
Turquía”.
He decidido emprender un viaje,
con la esperanza únicamente de encontrarme a mí misma y descubrir a dónde
pertenezco, decidí abrirme a todo lo que viniese durante el viaje y responder
positivamente a todos las vicisitudes planeadas o no, que iban a suceder.
Últimamente me había sentido perdida en mi propio mundo que llegué a
desconocer, los días no me motivaban a nada, hasta que decidí, finalmente,
viajar con mi mochila. Tuve suerte de siempre contar con el apoyo de la persona
más importante en mi vida, mi mamá.
La primera crisis del que nunca
ha viajado por tanto tiempo es “¿Qué hago primero?” lógicamente, comprar el
pasaje y sólo por si acaso, que sea sin retorno.
Esperaba ansiosa el día 20 del
mes 5, el día en que me atreví a abrir mis alas y volar. Con mariposas en la
panza y las manos medio húmedas, dije chau Bolivia, me voy.
"El Alto" airport |
Las primeras 16 horas de viaje
para cambiar de continente, habían sido una pesadilla, migración en Bolivia,
que por ser boliviana queriendo entrar en el viejo continente, te revisan
absolutamente todo, una vez en el avión niños llorando desconsoladamente,
asientos incómodos y una aeronave que parece que va a caer en pedazos en
cualquier momento. En fin, después de casi 16 largas horas de viaje, me encontré
a mí misma haciendo sellar mi pasaporte en el control español.
Madrid |
Estamos en Madrid! Es de
madrugada y aunque no morimos de hambre, queremos lo más típico que se me
ocurre para una mañana fría de primavera madrileña, churros con chocolate.
Después de semejante desayuno, toca visitar un poco de la cuidad, tomar unas
cuantas fotos y presumir al mundo que de lo único que tengo que preocuparme es
de encontrar un lugar para dormir esta noche.
Era obvio que sin haber dormido en el avión, me iba a sentir
cansada y después de un largo día de paseo por Madrid y sin un lugar para
dormir, hasta la plaza del sol se veía demasiado cómoda para tomar una siesta
sobre mi mochila.
El segundo paso es cambiar de
ciudad dentro del mismo país, nos vamos a Barcelona!
La primavera no era exactamente
lo que esperaba, obviamente el promedio perfecto de temperatura ocurría durante
el día y no durante la primavera como pensé al principio así que a las 4am en
Barcelona, nos congelábamos mientras buscábamos WIFI.
Almost sunrise (with hope) |
En algún momento el sol tenía que
salir y no podíamos quedarnos en la terminal para siempre. Nos encontramos con
Dani, un chico super buena onda que nos llevó a pasear desde las 5am hasta que
teníamos que encontrar a nuestro host.
Me enamoré de Barcelona y
simplemente no puedo explicar por qué. El viaje iba a la perfección, todo había
salido de acuerdo al plan con la única excepción de que moría de sueño, pero la
emoción no me dejaba dormir.
Después de unos días geniales en
Barcelona, la siguiente parada era Roma.